
Asturias: perdiendo el norte
Dicen que todos necesitamos un poco de sur para poder perder el norte. Sin embargo, yo lo he perdido en el mismo norte. Asturias presenta unos rincones mágicos que sorprenden y enamoran nada más llegar. Fotos y texto por Belén Sancho.
Kilómetros, muchos kilómetros son los que separan Zaragoza de Asturias. Y todavía más si decides escoger la ruta de la N-232. Siete horas y media de viaje, siempre y cuando, la copiloto (en este caso yo) no se haga un lío con las indicaciones del GPS, porque al final pueden ser más de ocho.
Tras pasar Aragón y Navarra, el contraste natural resulta curioso. Abandonamos por fin los campos secos para dar la bienvenida a montañas y paisaje verde. Sin paradas y después de dejar decenas de pueblos atrás entramos en Asturias.
Un paraíso natural
No hace falta irse muy lejos para ver auténticas maravillas. Tendemos a no valorar lo que tenemos y cuando te paras a observar te das cuenta de lo que te rodea. Carreteras estrechas, con muchas curvas y para los amantes de las alturas unas vistas fantásticas, para quiénes tenemos vértigo lo mismo, pero agarrando las dos manos al asiento.
Las vistas de los Picos de Europa son una de las cosas que más impresiona. Para aquellos como yo que se pasan la vida con la cámara en la mano es un lugar perfecto para ello. Bulnes fue uno de los que más me impactó. Solo se puede acceder a él mediante funicular, no hay carretera para llegar hasta él. La duración del trayecto en funicular es de unos siete minutos donde atraviesa internamente la montaña. Naturaleza, calles empedradas y unas vistas que dejan con la boca abierta.
Aunque si de encantos naturales hablamos, los Lagos de Covadonga no se quedan atrás. Un recorrido lleno de curvas, pero un lugar donde merece la pena sentarse y contemplarlo. Estás en pleno contacto con la naturaleza y paseando entre cientos de vacas y cabras.
Los pueblos costeros no se quedan atrás Llanes, Ribadesella o Cudillero presentan unos encantos propios. Este último me cautivó, sobre todo, desde las alturas. Es el típico pueblo pesquero, lleno de cuestas y muy pequeño, pero con unas características únicas.
Comer hasta reventar
Si hay un sitio que puede volver locos a aquellos amantes de la comida, precisamente, es Asturias. Nunca había estado en un lugar donde en todos los restaurantes y bares fueran tan generosos a la hora de presentarte sus platos. Además, la mayoría presentan prácticamente los mismos precios (en torno a los 12€).
Visitamos una infinidad de restaurantes y probamos muchos platos típicos. Pero si hay un sitio del que quedé prendada fue de Cudillero. En ese pequeño pueblo pesquero, una de las sidrerías presentaban una infinidad de tapas y mariscos que te dejaban con la boca abierta.
Escapada al lado de Asturias
Aunque Asturias da para mucho, Ribadeo está prácticamente al lado, por lo que no ir hubiera sido un gran error. Nunca pensé que un solo pueblo pudiera albergar tantos paisajes idílicos. Si todavía fueran tiempos de blanco y negro y mi cámara fuera de carrete, habría gastado varios allí.
La Playa de las Catedrales es un paraje único. Te introduces en cada cueva, observando cada milímetro. Además, tuvimos la suerte de poderla visitar con la marea alta, pero tampoco demasiado agresiva, por lo que se podía andar perfectamente. Pero Ribadeo tiene mucho más.
Isla Pancha, a poco más de dos kilómetros del pueblo, es un islote donde se encuentra el faro de Ribadeo. Además cuenta con la peculiaridad de poder alojarse gracias a los dos apartamentos de los que dispone. Es el primero en España en dar este servicio, que está disponible desde el pasado 8 de abril del presente año.
Mis recomendaciones
Aunque repetiría la experiencia y volvería a visitar cada rincón de Asturias, sin duda, hay algunos sitios que me gustaría recomendar:
- Lagos de Covadonga
- Bulnes
- Cabo de Peñas
- Ribadesella
- Cangas de Onís
Enamorada de Asturias, volveré al norte de nuevo. Y, quizás, más pronto de lo que esperaba…
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